La pandemia por COVID-19 afecta a personas en todo el mundo.

Los expertos en salud pública aconsejan mantener una distancia física apropiada para frenar el contagio de la enfermedad.

Tememos lo peor para las personas que se hallan en campamentos de desplazados en todo el mundo.

Mantener esa distancia es un privilegio imposible de aplicar en estos lugares.

Sudán del Sur

Este es el campamento de desplazados de Bentiu .

Abarca una superficie de 2,6km².

Según la indicación estándar, el campamento debería tener una superficie mínima de 45m² por persona

Con una población de 115.960 personas, la superficie promedio de este campamento es de 13m² por persona.

¿Cómo prevenir la propagación de COVID-19 cuando no es posible mantener la distancia física?

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← Kutupalong Al-Hol →
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Siria

Este es el campamento de desplazados de Al-Hol .

Abarca una superficie de 2,41km².

Según la indicación estándar, el campamento debería tener una superficie mínima de 45m² por persona

Con una población de 66.000 personas, la superficie promedio de este campamento es de 36,5m² por persona.

¿Cómo prevenir la propagación de COVID-19 cuando no es posible mantener la distancia física?

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Bangladesh

Este es el campamento de desplazados de Kutupalong .

Tiene una extensión de solo 0,38km² y es parte del mayor campamento para desplazados del mundo.

Según la indicación estándar, el campamento debería tener una superficie mínima de 45m² por persona

Con una población de 17.000 personas, la superficie promedio de este campamento es de 23,1m² por persona.

¿Cómo prevenir la propagación de COVID-19 cuando no es posible mantener la distancia física?

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Las personas que han tenido que desplazarse por un conflicto o una situación de violencia suelen ser particularmente vulnerables a complicaciones de salud.

Los campamentos están superpoblados y, a menudo, las condiciones de saneamiento y refugio son insuficientes, mientras que el acceso a la atención médica y a una alimentación adecuada es escaso.

Corremos contra el tiempo para limitar la propagación de la COVID-19.

Si no se actúa de manera urgente, las consecuencias para quienes viven en zonas de conflicto serán devastadoras.

La guerra no se detiene por la pandemia.

Tampoco se detiene nuestra labor de protección de las personas afectadas por el conflicto armado y la violencia.

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